seis horas, desvanecí completamente y quedé tieso, privado, como una pobre rata tras un banquete de Racumín.
Día 2, domingo, es de madrugada, aproximadamente las dos y estamos listos. El frío aún golpea, pero he dormido más de seis horas y estoy bastante repuesto. Por ser la primera vez que vamos a este lugar para los integrantes de todo el grupo, es obvio que demoraremos más en encontrar la ruta. Solo observo y sigo, no es mi lugar, pero si hay algo que aportar lo hago.
6am. Hemos llegado al glaciar, con 5400 msnm, aproximadamente. El terreno es blando, son 10 cm. de nieve y se nos hace difícil caminar, pero para mí lo más difícil es mantener el ritmo de los muchachos. Caminamos bordeando la masa glaciar, entre hielo y rocas. De repente, como si el Apu Solimana hubiese despertado y reaccionado, nos damos cuenta de que un desprendimiento ocurre por arriba y algunas rocas comienzan a rodar por el collado en el que nos encontramos. Es mejor cruzar el glaciar en vez de bordearlo, vamos por el medio, si seguimos aquí es probable que una de esas rocas nos arrastre. Subimos diez y bajamos diez, dice nuestro líder de expedición.
9 am. Estamos en el centro del Solimana. Si hacemos de 360° podemos apreciar cuatro cúspides, cuatro cimas y desde el lugar en que estamos todas parecen tener el mismo tamaño. No tenemos idea de cuál de esas cuatro será nuestro destino, pero yo observo que una sobresale ligera entre las demás y pienso que debe ser ahí a donde nos dirigimos. Hay una canaleta bien dibujada, estamos cansados pero ya falta poco, ¡falta poco, carajo!, son los gritos que damos para animarnos y entusiasmarnos aún más.
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