Las seguía instando a caminar por ratos con palabras animosas y otras tantas con mucha rudeza hasta el punto de verlas llorar de desgano.

No sé si hacía bien, era claro no que no venían disfrutando el ascenso. Pero quería hacerlas llegar, quería que tuvieran esa experiencia buena, mala o dura de estar ahí arriba, parados sobre ya no hay mas a donde subir. Cerca al collado fue Evelynn quien inicio la motivación final para alcanzar el collado primero y rato más tarde la cima Este o Ishinka Chico (la cima principal estaba ya inalcanzable esta vez para ellas). La última parte bajo la cima era todo roca, tuve que hacerlas pasar de una en una e ir sentándolas en la cima. Una vez todas juntas sentadas una al lado de la otra, las salude y felicite a cada una. Ya estaban tranquilas, no sé si felices, pero estaban en la cima de un pico de 5,345 msnm luego de 5 horas de recorrido glaciar y acababan de hacer historia siendo las niñas peruanas de menor edad en alcanzar una cima a esa cota y de igual modo la primera familia completa en realizarlo.

El descenso fue mucho más rápido. Desarmábamos campamento mientras nuestras hijas avanzaban hacia el campo base por aquel zigzagueante camino. Avanzaron rápido ya que las pudimos alcanzar recién muy cerca del base. En el campo base aquel día se encontraba una expedición de amigos del club de montaña al cual pertenecemos y miraban a nuestras pequeñas entre sorprendidos, admirados e incrédulos. Al día siguiente descenso  hasta Pashpa y con eso finalizaba la expedición familiar que termino con un suceso histórico. Al menos por el momento..

Texto y fotos:
Alberto Hung
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Foto superior: Sami, a sus 5 años es la montañera mas joven en Perú. Derecha: las niñas con Evelynn.
frontales pudiesen tropezar en la oscuridad. A las 6am salimos del campo morrena para ingresa hacia el glaciar Este del Ishinka. Cada una llevaba cnsigo su propio arnés a la medida, unas botas de trekking con medias gruesas de borrego, sus chaquetillas de pluma y pantalones acolchados. Ya en el glaciar, tocaba ahora colocarles los crampones, los cuales previamente había desarmado para poder usar solo la sección delantera debido a la poca talla que aún calzan mis hijas. Las encordé ubicando a la mas chiquitita, Sami de 5 años, detrás mío, seguida de Asiri de 7 años, luego Yanis de 13 y finalmente su madre de… mejor no decir la eda...

Las cuestas empinadas bajo el collado fueron las partes más duras para ellas, ahí si renegaban de su cansancio, lloriqueaban de capricho y se resistían a seguir subiendo. Ya no querían continuar.