Huandoy Norte  
Prácticamente mi temporada de montaña año a año transcurre entre las bulliciosas calles de San Martin y 28 de Julio en el mismo centro de Huaraz. Tres meses en los que me encuentro aislado de mi familia, de mis pequeñas y hasta cierto punto adorables hijas. Las vacaciones escolares de medio año coincidían en parte con algunos días libres que tenía en mi apretado calendario montañero de este 2013, coincidía también con una semana de vacaciones que Evelynn (la madre) había solicitado con antelación para que organicemos un viaje familiar a Huaraz, o mejor dicho, lo organizaran ellas y me vinieran a visitar.

El que hacer con las niñas en este viaje de familia no fue difícil. Venían a una ciudad “de montañas” así que haríamos montaña. Subiríamos a nuestras hijas a su primera montaña glaciar. A su primera cima.
   
El tema si estuvo enfocado sobre la pregunta de: ¿a cuál montaña las llevamos? Esa sí que fue la decisión más difícil, cargada obviamente sobre mí. Escogimos dos, el Ishinka y el Vicos. Termine decidiéndome por el Ishinka sobre el Vicos debido principalmente al mejor y más corto acceso que tiene el primero, pese a que la masa glaciar del Vicos y por ende el tiempo de exposición en si dentro de la misma montaña es menor que sobre el Ishinka.

El plan fue hacerlo en 4 días. El primer día al base, el segundo a montar un campo alto en la morrena, el tercer día hacer el ataque y descender hacia el base y finalmente retirarnos hasta Pashpa el cuarto día. Y así fue
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El fin de semana anterior, Evelynn había llevado a las enanas a San Mateo de Huan-

 
 
chor, un pueblo a 2 horas al este de Lima y a una altitud de 3,150msnm desde el cual partió a caminar a la laguna Rapagna y el día previo a la Cruz de San Mateo. Es decir, mis hijas estaban realizando su proceso de aclimatación como debía ser.

El día 1ro de agosto por la mañana llegan a Huaraz y luego de un desayuno en un moderno cafetín cerca del mercado, cogimos nuestras cargas y partimos a Pashpa. Aquí ya nos esperaba en Cochapampa Don Daniel Vino, arriero local y un gran amigo de nuestra familia desde que nacieron nuestras hijas prácticamente. Mochilas y cargas a los burros y a echarse a andar.

Los primeros kilómetros fueron tranquilos para ellas pero al paso de las horas ya el cansancio hacía mella sobre sus cuerpecillos y los atiborrantes reclamos y quejidos de cansancio se hacían notar, tanto así que ya los últimos 2 kilómetros tuve que cargar a Asiri y Sami llego en caballo hasta el campo base. Yanis si se “comió” caminando toda la ruta, bueno, era también su segunda visita (a los 5 años estuvo ya con nosotros en el base de Ishinka).

Una vez montado el campamento estuvieron felices de la vida, ni la altitud ni el cansancio de la caminata mostraban en ellas signo alguno. Cayo la tarde y las tres chicas metidas en una tienda no dejaban de jugar hasta caer vencidas por el sueño y esparramarse sobre sus sacos de dormir.

Al día siguiente luego de desayunar desmontamos parte de nuestro campamento y partimos hacia el campo morrena al pie de la ruta este del ishinka. Nos tomo unas 4 horas llegar hasta ahí al ritmo de ellas.

  Foto anterior, Asiri, Sami y Yanis en su primera cima. Y bajo estas líneas, nuestro Director con sus dos pequeñas en un descanso bajo el collado.
     
Monté las tiendas, saque la comida y las ordene cerca de unas rocas para empezar a cocinar. Saque las piezas de pollo frito que previamente lo había preparado en el campo anterior, las puse en un recipiente y lo tape. Las necesidades fisiológicas nos obligaron a Evelynn y a mí a buscar un lugar algo alejado del campo morrena. De pronto alzo la cabeza y unas vacas estaban merodeando nuestras tiendas, voy corriendo hacia ellas para espantarlas. Mis hijas estaban dentro de su tienda completamente dormidas. Nuestra comida ya casi no había. Las piezas de pollo frito que tanta ilusión hacían a mis hijas estaban ahora en el estomago de una vaca. Solo una pieza pudo salvarse y fue la que tuve que repartir entre las tres.

Mi plan era hacer el ascenso ya con la luz de día, evitando así el frio de la madrugada y el que por más que tuviesen linterna fron-