Huandoy  
Por: Alberto Hung.

El Huandoy es una de las más imponentes montañas de la Cordillera Blanca. Su nombre nativo es “tullparaju”, que proviene de los vocablos quechuas “tullpa” = “fogón de piedras” y “raju” = “hielo”; traducciendose como “montaña nevada en forma de fogón de piedra”. Otra posible denominación toponímica es la de "huantur" que significa levantar un manto en sus cuatro puntas, que es lo que las cimas del Huandoy aparentan.

Posee 4 cimas, orientadas cada una
   
a cada uno de los puntos cardinales, la norte es la más alta del grupo con 6,395msnm y la Este la única que no alcanza los 6mil metros de altitud (5,900m), las otras son la Sur con 6,160m y Oeste 6,356m.

Está ubicada justo frente al gran nevado Huascaran, separada por el gran cañón que conforma la quebrada Llanganuco y a cuyos pies de estas montañas yacen las famosas lagunas de Shinancocha y Orconcocha (lagunas Llanganuco) esto a derivado en una bonita historia, la que a continuación narramos:
 
 
“En el reino de la cordillera de los Andes, en el paraíso del valle del Callejón de Huaylas, vivían los dioses. El dios supremo, Inti (el sol), tenía una hija llamada Huandoy.
Huandoy era una bella joven. Su padre pensaba casarla para toda la eternidad con un dios de belleza similar, de iguales virtudes y tan poderoso como él. Pero en el corazón del valle, en el poblado de los yungas, Yungay, vivía un gentil y valiente joven mortal, llamado Huascarán, que se enamoró profundamente de Huandoy. Huandoy correspondía al gran amor de Huascarán. 
Cuando el dios padre se enteró de los amores entre su hija y el joven mortal, le suplicó que le dejara, que vivir con un mortal no era conveniente para una diosa: pero la pasión de los jóvenes era superior a las súplicas del padre, a sus consejos y sermones.
Tan grande fue la rabia que sintió el dios supremo, Inti, ante la fuerza de este amor con un mortal, que maldijo a la pareja de amantes y los condenó para la eternidad a vivir separados. Los convirtió en dos grandes montañas de granito y los cubrió de nieves perpetuas para calmar su ardiente pasión, los convirtio en esos apus nevados.