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Llegamos a la cumbre a las 4:20 am; 1h10m menos que la primera vez, estábamos felices; sin embargo, teníamos que esperar a que  manezca… faltaba 1 hora y estábamos a unos cuántos grados bajo cero, mientras asciendes no se siente tanto el frío, pero una vez parado, te congelas!

Nos guarecimos detrás de una pequeña grieta que da al cráter del volcán pero no era suficiente, corría mucho viento helado; decidimos bajar al collado y nos sentamos allí a esperar, estábamos un poco más protegidos pero igual muertos de frío, aplaudiendo de rato en rato para que no se nos congelaran las manos, yo tenía 3 pares de guantes puestos. Como 25 minutos después pasó por nuestro lado la segunda cordada que haría cima, apenas vimos sus luces frontales acercarse, Alberto empezó a silbar una melodía, lo haría después cada vez que se acercaba otra cordada… un rato después éramos ya como 10 personas agrupadas en el collado y protegiéndonos del frío.

Amaneció a las 5:20am, no tengo palabras para describir la sensación y la vista, vean Uds. las fotos e imaginen estar allá, en silencio mirando el cielo alumbrarse con luces amarillas y naranjas bajo sus pies.

Grandes retos nos dan grandes satisfacciones, todas las cimas están a nuestro alcance si solo seguimos escalando .

Texto: Alex Ruju.
Fotos: Alberto Hung.

Agradecimientos especiales a los montañeros y guías ecuatorianos Joaquín Andino y Juan Carlos, por el recibimiento en Quito y el apoyo logístico de la expedición.

 
Foto superior: un poquito de frío. Congelados hasta los huesos durante la primera cima al Cotopaxi.
Salimos hacia allá nuevamente el domingo temprano, llegamos al Refugio un poco después del medio día y pudimos descansar bien durante la tarde. Salimos nuevamente a las 11pm, había un viento bastante fuerte pero el cielo estaba despejado, se veían un millón de estrellas…
Yo salí con Alberto y el Doc con Joaquín, el guía ecuatoriano que nos acompañó esta vez.

Avanzamos rápido, pasando nuevamente a las cordadas que salieron antes. A mitad de camino Alberto me dice: “si seguimos a este ritmo, bajaremos casi 1 hora nuestro tiempo de ascenso anterior”, como si supiera lo competitivo que soy… de allí no paramos más que una vez para tomar agua… Ya hacia la última pared, yo estaba destrozado, realmente no sabía de dónde saldría el siguiente paso que daría, solo daba el paso.
   
 
 

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