Buscamos alguna roca de buen tamaño que nos protegiera algo del viento, colocamos las cuerdas en el hielo, los pies dentro de las mochilas, recostamos la espalda sobre la roca y nos cubrimos con las mantas de supervivencia, calenta-mos con nuestro la poca agua que teníamos mas unas barras de cereal y nos preparamos para pasar así la mas fría, incómoda y desastrosa noche de nuestras vidas. Acurruca-dos unos con otros tratando de compartir nuestro escaso calor corporal, nuestro único aliciente era la cumbre en el bolsillo y pensar que debíamos regresar para contarlo, pero vaya que la manta esa si funciona, porque... sobrevivimos!.
Al día siguiente recogimos nuestro material, todo estaba completamen-te congelado, iniciamos la marcha... 10 minutos cruzando al otro lado de la arista estaban nuestras tiendas, bueno, una. El viento había soplado tanto que una de las tiendas fue arrastrada unos 40mts mas abajo.
Mochilas a la espalda y regresamos a la carretera, un auto nos recogió y llevo a Casapalca... luego del extenuante viaje, al fin a casa.
Texto: Alberto Hung. |